La formación es un tesoro para la persona, siempre y cuando se haga con sentido y procurando ser acumulativa en conocimientos y habilidades que refuercen aquello en lo que somos buenos.
Estos son tiempos difíciles y muchos jóvenes y no tan jóvenes están volviendo a las aulas. ¿Para qué? Se pregunta uno. Quieren formarse y ampliar conocimientos. Eso está bien. Pero tienen clara conciencia de en que quieren formarse y para qué.
Hay muchas personas que van dando tumbos por la formación, sin un sentido claro y sin un hilo conductor. Lo hacen a modo de relleno del tiempo. Esto para mí no tiene sentido. Claro siempre te puede servir en un momento algo que aprendiste no sabes muy bien para qué. Pero esto solo suele ocurrir con los genios. Caso de Steve Jobs, que fue dando tumbos por la vida, hasta que un día descubrió en que era bueno y pudo aplicar un curso de caligrafía realizado unos años antes.
Lo conveniente y productivo en formación es planificarse. Planificarse desde las propias habilidades y talento. Descubre, a ser posible en edad temprana, para que tienes habilidades (musicales, analíticas, comerciales, organizativas.etc), en que consideras que eres bueno. A partir de ahí fórmate para reforzar, perfeccionar y educar esas habilidades. Eso será lo positivo. Tienes que buscar en la formación que cada escalón de la formación refuerce el anterior.
Debes de ver la formación como un camino continuo en tu vida que deberá mejorar de forma permanente y continua aquellas habilidades y talento que un día descubriste que tenías. Solo de esta forma la formación te hará más fuerte. Te hará más sabio. Te hará mejor. Hará que tengas un mayor valor. Y te permitirá crecer como persona y como profesional
En la formación considero que hay que tener en cuenta dos variables, a mi juicio relevantes:
1. El sentido de utilidad. Antes de iniciar un programa formativo, antes de matricularte en él, pregúntate en que contribuye a tus habilidades y talento. Busca la respuesta. Si no la encuentras es posible que el curso no contribuya demasiado a tu crecimiento personal y profesional. No lo hagas por el hecho de que esté de moda o por el hecho de que tiene mucha salida profesional. Hazlo siempre pensando en que contribuye a tu persona, a eso que te gusta hacer, a eso que has descubierto que son tus habilidades.
2. El sentido de aplicación. El conocimiento recibido en un programa de formación es para aplicarse, no para almacenarse en la memoria hasta que se olvida. Aquello nuevo que se aprende debe poder ser aplicado de inmediato. Solo así se perfecciona lo aprendido. En caso contrario es muy posible que se olvide.
Formación y trabajo son parecidos. Hay que buscar en ellos siempre la contribución a nuestras habilidades y talento. A nuestra mejora continua. Una formación que no contribuya a ellas, o no pueda aplicarse en el corto plazo no merece la pena y un trabajo que nos enriquezca como personas y contribuya a mejorar nuestras fortalezas tampoco nos sirve, por mucho que nos paguen.
Adaptando una frase de Steve Jobs te diría “cuando vayas a empezar un programa de formación mírate al espejo y pregúntate que si ese fuera el último día de tu vida irías al programa de formación”. Si la respuesta es no ese programa de formación no se ajusta a tus necesidades, a tu perfil, no contribuirá a mejorar tu talento y habilidades.
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