Estas situaciones de crisis, de tiempos difíciles, aunque no deseados, tienen también su cara positiva y nos ofrecen oportunidades de aprendizaje y desarrollo que sólo ellos nos pueden proporcionar y que nos serán muy útiles para el desarrollo de capacidades: Para desintoxicarse de la comodidad y de las grasas que poquito a poco se han ido acumulando durante los años fáciles y de abundancia. Y con ello me estoy refiriendo tanto a las organizaciones como al individuo en su desarrollo profesional y personal.
Para volver a poner las cosas en su sitio: Volver a aquello que es esencial y que merece ser preservado y mantenido e identificar aquello que es secundario y de lo que se puede prescindir.
Para probarse uno así mismo. La entereza y resilencia es una virtud que nunca sabrás si la tienes, si no has tenido ocasión de vivir situaciones difíciles. Es tu capacidad para soportar lo envites de los malos tiempos y tu capacidad para recuperarte de ellos y seguir adelante.
Para probar a quienes te rodean: su compromiso con el proyecto o, si hablamos a nivel personal, su compromiso y lealtad contigo, su capacidad de aportación extraordinaria.
Para desarrollar y poner en marcha capacidades y respuestas requeridas especialmente por la dificultad del momento: La variedad de registros alternativos que tienes, tu ingenio, innovación y creatividad.
Pero, atención, no debemos permitir que todas estas aportaciones sean flor de un día, o mejor dicho, medicina para la crisis. Estos aprendizajes son valiosísimos para prepararse a la llegada de mejores tiempos y para mantenerse “sin perder el norte” gestionando mejor en tiempos de bonanza.
En definitiva en los buenos tiempos debemos seguir alimentando estos valores, deben estar ahí en el subsuelo acompañando los buenos momentos y esperando que, si les llega su hora, protagonicen la salida de una situación crítica.
0 comentarios