No hace falta realizar una encuesta con todos los parámetros científicamente bien elegidos para pronosticar cuál sería el resultado en el caso de plantear la pregunta con que titulamos el artículo: Por supuesto, “enseñar a pescar” sería la respuesta de la gran mayoría.
Y yo, planteado así, en abstracto, estaría de acuerdo:
Cuando dirigimos equipos lo importante es tener equipos que aprendan a buscar y aplicar sus soluciones, que nos vengan no con problemas, sino con propuestas de solución, que no esperen de nosotros que, abriendo la boca, les vamos a alimentar como padres protectores.
Para conseguir eso habrá sido necesario que antes y en muchas ocasiones hayamos recorrido con los miembros de ese nuestro equipo el discurso (de discurrir) y proceso necesarios para alcanzar, analizar, valorar y seleccionar las alternativas de decisión más válidas ante las más variadas situaciones.
No obstante, no siempre disponemos del tiempo que nos permite enseñar y esperar a que se encuentre y se aplique la solución. En situaciones de urgencia y cuando se nos plantea una problemática relativamente novedosa, se hace necesaria una respuesta sobre todo rápida, aunque no sea la mejor de las mejores e incluso aunque no sea compartida.
Esa respuesta rápida ante una situación novedosa normalmente viene del que más experiencias ha vivido, del que dispone de mayor bagaje en ese tipo de situaciones. En este caso, “dar peces” es lo que se impone. Eso sí, como cuando algo se da, es conveniente hacerlo ver y resaltar de que aquello es una excepción y que quien recibe “el pez” “te debe una”.
Cuando hablamos de consensos, de dirección participativa, de involucración, estamos asumiendo que “el enseñar a pescar” es nuestra estilo de gestión, pero que, cuando la situación lo requiere por la urgencia y/o por la complejidad, echamos mano del estilo de gestión de “dar peces”, es decir, como gestores de ese equipo tomamos nosotros nuestras decisiones y pedimos que se implementen sin más. Se trata, en definitiva, de comportamientos “autoritarios” dentro de un estilo participativo, es decir, liderazgo situacional.
Enseñar a pescar es rentable a largo plazo, a corto exige una importante inversión de tiempo y de esfuerzo “educativo” del que no siempre tenemos la posibilidad de disponer.
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