En el 2006, 65 mineros murieron atrapados en México a 150 metros de profundidad en la mina Pasta de Conchos. En ese accidente las autoridades decidieron que no era factible realizar el rescate. Todavía hoy sus cuerpos siguen bajo tierra.
Pero cuatro años después, una pesadilla similar tiene un final feliz y el mundo entero celebra el rescate de los mineros de Chile sepultados a 700 metros. Un milagro que no sólo fue posible por los avances tecnológicos, sino también por el empeño de todo un país que decidió no abandonar a los suyos.
Una experiencia que nos reconcilia con el ser humano. Una historia de esperanza, orgullo y confianza para lograr dar lo máximo y conseguir sacarlos con éxito del secuestro de esa mina que los retuvo por 70 días.
Un liderazgo claro tanto dentro como fuera de la mina, donde las dificultades se transforman en motivaciones para no cejar en el empeño. Los que quieren lograr algo buscan medios, lo que no, sólo excusas.
Talento, trabajo en equipo, organización, gestión del trabajo no sólo físico, sino también emocional. Esperanza, orgullo y confianza para dar lo máximo y conseguir devolverlos a la vida.
Una historia que nos ha hecho vibrar a todos. El momento en el que la cápsula de rescate Fénix, salió con el primer minero, fue seguido por 1.000 millones de espectadores de todo el mundo. Para hacernos una idea de la magnitud de esta cifra, recordemos que la final de la copa del mundo de futbol en Sudáfrica, fue seguida por 800 millones de espectadores.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, ya ha sido requerido por multitud de mandatarios en su próxima gira europea. Hasta la mismísima Reina Isabel II, le ha pedido audiencia, y es que Chile nos ha emocionado. No solo ha sacado a sus mineros, también ha sacado lo mejor de todos.
Como dice su compatriota chilena Mercedes Sosa, ¡Gracias a la vida!
0 comentarios