Nuestra protagonista tiene un perfil perfecto para ser una gran profesional: una inteligencia envidiable, magnifica gestora de equipos, un talento natural para ejercer un liderazgo marcado por la empatía, el equilibrio y la identificación de los mejores colaboradores. Su capacidad para analizar situaciones, ver perspectivas y diseñar nuevas estrategias es impresionante. Un prodigio a los ojos de muchos. Decididamente me encantaría tenerla en mi equipo, pero no será posible. Cuando tenga edad suficiente para incorporarse a la vida laboral ya habrá aprendido a convivir con la frustración y el fracaso. ¿Cómo es posible?
Lucía tiene 7 años y un coeficiente intelectual de 156. ¡Salgamos todos corriendo! Cuando Lucía estaba inmersa a los 6 años en entender la ley de la gravedad y preguntó si Newton era el apellido de hombre o mujer, cayó en la cuenta de que no conocía muchos nombres de mujeres que hubieran sobresalido a lo largo de la historia. Preguntó por qué.
Lamentablemente las mujeres con un alto coeficiente intelectual desarrollan un síndrome de mimetización que hace imposible identificarlas a edades tempranas. De manera innata, sacrifican su potencial por equipararse con el grupo y no sentirse aisladas. Las niñas de inteligencia superior prefieren vivir discretamente a costa de su propio desarrollo en lugar de asumir sus diferencias. Se llama empatía grupal, una gran cualidad cuando no la ejercen aquellos que deberían destacar de forma natural.
Estadísticamente un 2% de la población tiene un CI superior a 130. Superdotación intelectual se llama. Por poner un ejemplo: la provincia de Segovia tiene 164.000 habitantes y sólo 4 niños recibiendo educación especial por superdotación en toda su geografía. Una verdadera tragedia. No sólo no estamos potenciando el talento sino que por puro aburrimiento el 60% de los superdotados acaban siendo víctimas del fracaso escolar. El sistema educativo prevé por ley la adaptación curricular de estos niños y sin embargo no hay establecido ningún sistema para identificarlos. Para cuando llegan a la edad laboral los hemos perdidos como líderes naturales y generalmente lejos de sobresalir son verdaderos inadaptados. Pero ese 2% sigue existiendo en la edad adulta, así que si trabajamos en una organización con más de 50 empleados al menos uno debería tener capacidades por encima de la media. ¿Nos hemos parado a pensar quién podría ser y qué puede aportar? No hay que perder de vista a la chica de la recepción. Tiene grandes posibilidades a pesar de las apariencias. Al fin y al cabo Einstein fue un niño lento, ensimismado y la teoría de la relatividad es un cuadernucho de tan solo tres cuartillas.
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