El puente de junio tuve la suerte de pasarlo en Ibiza, y aunque ya había estado hace bastantes años, esta vez lo he disfrutado de una manera muy distinta.
A pocas horas de estar allí, sentí (esto es algo irracional, sólo puede experimentarse, sentirse, vivirse) un estado de ánimo especial, diferente: el estado de ánimo de disfrutar de la vida por el mero hecho de disfrutar. El placer por el placer, la alegría sin justificación, en todo momento, de cualquier manera.
Y yo, que venía de Madrid, donde el estado de ánimo predominante es muy diferente (velocidad, competitividad, agresividad) me contagié rápidamente de este estado de ánimo. Y rápidamente me acordé de mi amigo Ovidio Peñalver y su libro “Emociones colectivas”. Porque fue impresionante sentirse conscientemente invadido por esa emoción colectiva que reina en la isla, de rincón a rincón. A cualquier hora del día y de la noche, tienes la opción de disfrutar al máximo de la vida, estés en una cala maravillosa contemplando el azul incomparable del Mediterráneo, o disfrutando de un delicioso arroz a banda, o paseando por el centro histórico de Ibiza, o bailando frenéticamente la insoportable música de la sala central de Pachá.
Una de las experiencias inolvidables, en las que me sentí como parte de esa emoción global, incluso con una sensación de conexión, fue en la terraza del famoso Café del Mar, en el puerto de San Antonio. Ahí, junto a cientos de personas de la mayor diversidad, de todas las edades y razas, contemplé la puesta de sol, escuchando música chill-out, hechizado por la magia de un estado de ánimo colectivo, de disfrutar de cada momento intensamente, como si fuera el último. Lo más fascinante es que éramos personas de distintas ciudades y países, y que un lugar como Ibiza nos congregó a todos para sentir lo mismo a la misma hora del día.
¿Se imagina que esto lo trasladamos al mundo de la empresa? ¿Es que una empresa acaso no puede fomentar y provocar un estado de ánimo colectivo positivo a todos sus empleados? Por supuesto que puede hacerlo, y de hecho, debería contemplarlo como parte de su plan estratégico. Sin duda, que los empleados de una compañía compartan un estado de ánimo de contribución, de compromiso y de positivismo, es una responsabilidad de sus dirigentes. Es posible, es factible. Hoy en día ya se puede desarrollar un proyecto concreto de estas características, y pronostico que en el futuro va a ser una de las grandes prioridades de las compañías más vanguardistas.
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