Hace poco, un directivo me decía que estaba desmotivado. Y que esto le impedía actuar para acercarse a sus metas profesionales. Y recordé una vieja historia zen en la cual un discípulo le pregunta a su maestro:
– Maestro, estoy desanimado ¿Qué puedo hacer?
– ¡Anima a otros! -. Le contestó el maestro sin titubear.
Tanto tú como yo nos imaginamos cómo se quedaría el monje zen ante la sorprendente respuesta del maestro. Sin embargo, si profundizamos, nos daremos cuenta de la sabiduría de la respuesta. Sencillamente, lo que quiere decir el maestro es que no debemos entrar en ese círculo vicioso, pretendiendo buscar las fuentes de motivación, dándole vueltas y vueltas al por qué no estamos motivados. Lo que debemos hacer es, sencillamente, actuar, hacer algo. Por ejemplo, animar a otros que estén desanimados. ¿Por qué? Posiblemente porque en nuestra forma de apoyar a otros, descubriremos muchos recursos internos y claves para nuestra propia motivación.
Motivación se compone de dos palabras: motivo + acción. Pero esto nos puede conducir a una actitud reactiva, la de esperar a encontrar un motivo para actuar.
¿Y si decidimos invertir el proceso? En lugar de buscar la motivación y luego actuar…¿Por qué no actuamos primero, sea en la dirección que sea? Muchas veces tendremos que probar, experimentar diferentes acciones, para después decidir cual de ellas ha funcionado mejor, y nos ha provocado emociones más positivas. Y una vez descubierto esto, lo que queda es seguir actuando en esa dirección para aumentar nuestra motivación de forma constante.
Por tanto, te propongo que, en lugar de preguntarte por qué estás desmotivado, y tratar de resolver el dilema de qué es lo que te motiva…actúes, tomes decisiones, te muevas y pruebes…El simple hecho de actuar, de salir de la parálisis, nos va a dar ya energía positiva. El simple hecho de ir cumpliendo nuestros pequeños compromisos de acción irá aumentando nuestra motivación y nuestra confianza.
Así que si te sientes desmotivado y bloqueado, deja de obsesionarte y actúa. Aunque no estés seguro de que sea la mejor dirección. Lo peor de todo es quedarse paralizado, sin hacer nada, preguntándose una y otra vez por qué no estoy motivado.
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