El seguimiento de la rutina, el mantenimiento del “statu quo”, el sometimiento a los cánones y formas sociales tiene sus ventajas. ¡Qué duda cabe!
Yo digo que suponen un ahorro de energía y esfuerzo importantes. Lo opuesto habría sido agotador. En el juego de la rutina no necesitamos hacer una obra de arte de cada comportamiento, es simplemente un dejarnos llevar.
Eso, además, hace que no produzcamos perturbación, inestabilidad o crisis en nuestro entorno: nos comportamos como los demás esperan que nos comportemos, les “encaja” nuestra conducta y todo va “como la seda”.
También es verdad que, si siempre el comportamiento de la humanidad hubiera sido así, no hubiera habido progreso, continuaríamos con aquellas conductas que se mostraron exitosas para cubrir nuestras necesidades primarias y ahí nos habríamos quedado.
A Febrero lo llaman el “loco”; ni más ni menos porque rompe con la monotonía: sí, es un mes que se encuentra en la estación invernal, pero no sigue la rutina de la estación; días absolutamente primaverales, e incluso en algún caso veraniegos, se alternan con otros de duro invierno con los fríos y heladas que le son propios.
Es verdad que es sorpresivo pero por ello mismo le da una frescura y valor especial al día o días inesperados de primavera o esos otros días ventosos y otoñales que nos regala este més y a los humanos nos despierta del letargo invernal.
Os invito en este mes a que consumamos también nuestra ración de “locura”: replanteémonos con ojos críticos algunos de esos comportamientos, formas de hacer y formas de relacionarnos que llevamos tiempo y tiempo haciendo de forma rutinaria. Inventemos unas nuevas y más “originarias” forma de hacerlo. “Originarias” en el sentido de se construyen a partir de volver al origen, a la raíz de plantearnos el porqué y el para qué.
Tengamos por seguro que eso nos va suponer una sacudida personal, un rejuvenecer, un cargar pilas y quitarnos el polvo que poco a poco el paso de los días ha ido depositando en nuestra forma de hacer y de relacionarnos.
Veréis cómo esa revitalización personal se trasmite a nuestro entorno y los que nos rodean acabarán “contaminados” por esos nuevos aires frescos.
Me estoy preguntando si el día de San Valentín no está puesto en mitad de Febrero justamente para reavivar y revitalizar nuestro plano afectivo… (¡?¡!¿)
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