El pasado mes de Enero Amy Chua, una profesora de Derecho de la Universidad de Yale y residente en Estados Unidos en los últimos cuarenta años, generó una enorme polémica tras la publicación de un libro cuyo título traducido sería “Himno de batalla de la Madre Tigresa” (“Battle Hymn of the Tiger Mother”) Como se podrán imaginar, ya sólo el título resulta polémico, pero entre tantos miles de títulos publicados cada año, quizá hubiese pasado desapercibido si no fuera por una entrevista publicada en el Wall Street Journal a los pocos días de su publicación titulada “Por qué las madres Chinas son superiores” y de la que se hicieron eco inmediato el New York Times y los principales y más prestigiosos periódicos internacionales. Desde ese momento, se convirtió en el artículo más leído y comentado de la historia de la web, con más de 36.000 post de sus lectores y compartido por más de 184.000 amigos en Facebook. ¿Pero sobre qué trata este tema que ha levantado tanta polvareda tanto en Oriente como en Occidente?
En su libro, la autora pretende enseñar al resto del mundo cómo su método educativo y el del resto de madres orientales, ha logrado convertir a sus hijas en pequeños genios de las matemáticas y de la música.
Si las madres y padres occidentales somos dulces cuidadores, aprensivos y sobre-protectores con nuestros hijos incluso cuando son mayores, las madres chinas son exactamente lo contrario, de ahí que defina a las madres chinas como ‘madres tigresas’ y las madres/padres occidentales como ‘gallinas cluecas’.
Según la autora, son la coacción y la amenaza las que llevan a la excelencia. El método educativo chino se basa en la disciplina férrea, con un rigor y una severidad elevada a la enésima potencia y que –como explica con detalle en su libro- ha puesto en práctica con sus dos hijas. Su principio educativo sería el clásico de la generación de nuestros padres “la letra con sangre entra”, pero este libro pone de manifiesto que lo que tenemos felizmente superado en occidente, en oriente no sólo prevalece, sino que es reforzado. La autora va incluso más allá, y justifica que el éxito emergente de China como segunda economía mundial se basa en este sistema educativo y que en occidente por el contrario, estamos echando a perder a nuestros hijos.
Chua cree que los padres occidentales nos preocupamos en exceso por proteger, fomentar y desarrollar la autoestima de nuestros hijos, y considera que “esto se convierte en un arma de doble filo cuando los niños tienen que ponerse delante de un obstáculo”.
Según la autora, el decálogo de la educación perfecta incluye:
1. No invitar a amigos a casa ni ir a sus casas a jugar
2. No dormir fuera de casa
3. No ver la televisión ni jugar con los videojuegos
4. No permitir a los hijos elegir las actividades extra-escolares que quieran practicar
5. No permitir que consigan una nota más baja del sobresaliente
6. No dejarles participar en juegos colectivos durante horas con otros niños
7. No permitirles participar en una obra de teatro del colegio
8. No tolerar sus protestas por no estar en una obra de teatro del colegio
9. No dejarles tocar otro instrumento que no sean el violín o el piano
10. Incitarles a ser el número uno en todas las asignaturas, excepto en teatro y gimnasia
El método chino es aprobado por aquellos que creen que la “permisividad de los países occidentales es excesiva”. En China es actualmente el libro más vendido en lengua extranjera, y está generando una auténtica oleada de orgullo patrio y de autoafirmación que deja atrás antiguos “complejos” de inferioridad que alguna vez se plantearon frente a los métodos educativos occidentales. Lo cierto es que este tema resulta candente y ha tocado temas sensibles como la educación de los hijos (incluso de los post-grados, con repercusión en las Escuelas de Negocio occidentales), las diferencias culturales y el nacionalismo.
La polémica está servida… ¿Ustedes qué opinan?
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