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De profesión PROFESOR

por | Oct 1, 2008 | Coaching | 0 Comentarios

Hoy me apetece compartir con vosotros un simposio para profesores que organizó la Escuela de Negocios con la que colaboro y que me ha hecho pensar mucho en la transcendencia de nuestro trabajo.

El simposio se titulaba: “Gestión de entornos de aprendizaje de alto rendimiento” y su objetivo era el de identificar y compartir buenas prácticas de enseñanza para ofrecer el mejor nivel a nuestros alumnos y seguir avanzado como profesores. Un grupo de aproximadamente 100 profesores una jornada para debatir, compartir experiencias y oír al “alumno” a través de lo que los Directores de los Programas nos trasladaron.

Es difícil resumir lo que dio de sí un día tan intenso. Básicamente se abordaron temas tan importantes como el contrato de aprendizaje con el alumno como marco para establecer las reglas del juego, el arte de liderar la participación, cómo dar feedback de su evolución al alumno de una forma efectiva y eficiente, la relación con la clase, como escuchar la opinión del alumno: “orejas de dumbo”  y utilizar más a través del método socrático de las preguntas,  la fuerza y potencial del alumno, lo que también nos recuerda la teoría de judo: “aprovecha la fuerza del otro” o las prácticas de coaching.

En fin como veis, los conocimientos y el material, son como el valor en el ejército “se presuponen”, es decir, que si se está en un claustro muy selectivo es porque efectivamente se aporta conocimiento y experiencia probada, aunque saber mucho es un mínimo necesario, pero no suficiente para ser un buen profesor.

Además de ofrecer un conjunto de técnicas y tácticas que todos podemos utilizar, se planteó lo importante que es que a uno le guste enseñar y le apasione su trabajo y no lo haga sólo por su curriculum. Lo importante que es ser auténtico y singular, es decir por ejemplo que si uno no tiene mucha gracia, no intente imitar al profesor que triunfa por su simpatía y por su humor, porque eso definitivamente no funciona. Uno no se siente cómodo con un estilo que no es el suyo y sobre todo el alumno detecta rápidamente al impostor.

Porque pasar de ser un profesor más a ser “un profesor A”, depende de cuestiones muy emocionales que los alumnos valoran y que hacen que una clase se pueda convertir en toda una experiencia de aprendizaje increíble,  porque los alumnos si saben detectar cuándo a uno le gusta su trabajo y vive lo que les está transmitiendo.

Ayer fui a la reunión de padres del colegio de mi hijo, donde el Director del Colegio planteó el lema para este curso escolar: “soñar” y en este simposio del que os hablaba el Director del Claustro habló de “inspirar” al alumno y cerró con unas palabras que a mí realmente me inspiraron: “Trabajar para ser mejor profesor implica el deseo verdadero de hacer las cosas bien y tratar al otro como a ti te gustaría que te trataran” ¡ahí queda eso!.

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