El pasado jueves comencé un proyecto de formación para gerentes en una gran empresa, y comprobé el altísimo nivel de tensión de los participantes. Se palpaba en el ambiente, a través de sus sinceros comentarios. Uno de ellos dijo: “Yo me siento morir pensando que voy a estar todo el día aquí encerrado, asistiendo a este curso, sabiendo todo el trabajo que tengo”.
¡Qué difícil es parar, frenar nuestra desbocada vida para reflexionar y mirar las cosas desde una perspectiva más serena y más equilibrada! Nos introducimos en un autoengaño de que todo es terriblemente importante y urgente…y abandonamos lo que sí es verdaderamente importante. Necesitamos parar para replantearnos lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, para qué lo estamos haciendo…en definitiva, si nuestra vida personal y profesional tiene un sentido y un propósito.
El justo equilibrio entre avanzar y parar nos conduce a la mayor efectividad y satisfacción. Como decía Covey, si estás cortando árboles sin parar de vez en cuando para afilar la sierra, algún día tu efectividad comenzará a bajar en picado. No sólo eso, tú mismo te sentirás cansado y hastiado porque no ves el sentido de cortar árboles y árboles sin disfrutar, sin parar para reflexionar y cuestionar las circunstancias de tu vida o de tu trabajo.
Así estamos habitualmente: cortando árboles frenéticamente sin parar. Y lo que realmente necesitamos es afilar la sierra para continuar avanzando con mayor efectividad y ligereza, con mayor satisfacción y sentido. Avanzar y parar. Avanzar y parar. En este equilibrio deberíamos basar nuestra vida personal y profesional.
El camino, entonces, nos parecería otro.
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