Hoy hemos visitado las cocinas. Trabajan 160 cocineros en total.
Como no podía ser de otra forma, la limpieza y la organización parecen reinar allí. Se ven las categorías de los empleados por el color de los pañuelos: blancos pinches, amarillos jefes de sección, azules jefes de zonas, y negro gran jefe de cocina de todo el barco. A éste no lo hemos visto.
Al final vemos que hay muchas cocinas, una principal que es la que acabamos de visitar, otra grande que se dedica a los autoservicios del medio día, otra para el restaurante de “lujo”.
Luego hay varios restaurantes para el pasaje: oficiales, suboficiales, y resto de la tripulación. Del mismo modo varios chefs de cocina en función de las costumbres: uno asiático para los filipinos, malayos, chinos… otro sudamericano para peruanos, venezolanos, mexicanos, hondureños como nuestro amigo Oscar el rey de los camareros. En fin otro europeo para italianos, españoles, franceses alemanes… Claro que al parecer pueden pasar de uno a otro, pero las costumbres marcan barreras.
Aunque me pregunto si no hay algo detrás de todo esto.
Me explico: resulta que en el personal de restauración la mayoría son filipinos, pero hay muchos peruanos, y de otras muchas nacionalidades.
La compañía es italiana, pero los empleados no trabajan en Italia. Luego no están sujetos a la ley italiana.
Al parecer son contratados en su país por filiales locales con sueldos locales, para trabajar todos en el mismo lugar: el barco. ¿A qué país se dirige entonces la compañía para contratar a esta gente? Al que menos le cueste, donde los salarios sean más bajos.
Si da igual, no hay leyes italianas que valga, ni mínimos garantizados, no hay vacaciones por ley, ni nada de nada. Hay lo que el barco quiera dar y punto. Cada uno viene con los mínimos de su país, y si en Filipinas cobran menos y tiene menos derechos u obligaciones para la compañía, pues a contratar filipinos.
¿A que da mucho que pensar?. Un camarero amigo nos contó que tenía tras este viaje otro crucero y luego dos meses de vacaciones y pensé: ”qué bien, dos meses de vacaciones” y le pregunté: ¿pagados? Y me dijo: “No, en mi país no se pagan las vacaciones, te dejan sin trabajo y te contratan de nuevo dentro de dos meses”. Y así lleva 16 años. Claro en Europa eso está prohibido, pero en el mar todo vale, y nosotros a pagar en euros.
Una de cal y otra de arena
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