Los jóvenes españoles prefieren la estabilidad (77%) y un ingreso fijo (70%) a la posibilidad de crear su propia empresa, según las conclusiones del Libro Blanco del Emprendedor en España, promovido por la Fundación Príncipe de Girona (FPdGi) y elaborado por los expertos de ESADE Business School. Publicado el 28.10.2011 por Ingenio & Talento
Esta situación no se revierte por decretos leyes y más subvenciones. Hay un serio problema de índole cultural, que arranca desde la familia y pasa por el sistema educativo, lo que conlleva a que un joven a los 25 años no tenga ninguna apetencia por aprender. Cierto es que en el emprendedor convergen una serie de atributos (Fernando Giner,2011: Emprende . Convierte tu sueño en realidad), los cuales se pueden reeducar y transformar.
¿Quién empujara hacia adelante esta España muy tocada? Desde luego la gran empresa, esas en las que pensamos todos, no será. Es una empresa multinacional, en la que entre un 60%-70% de sus ingresos vienen de fuera y en la que se contrata poco empleo fijo y si muchas “pulgas”(Charles Handy,2002: El elefante y la pulga). De la pequeña-mediana empresa es difícil. Está en la mayoría de los casos muy atomizada y poco profesionalizada. Deberá ser una generación de emprendedores, que posiblemente ahora estén en la escuela secundaria. Los empleos de calidad y con perspectiva de futuro solo vendrán de una generación nueva de emprendedores que hayan sido criados y educados en un entorno que inculca: el sentido del riesgo, el amor por lo desconocido, la imaginación y la creatividad. Atributos, todos ellos, de los que carece en la actualidad la inmensa mayoría de las familias y el sistema educativo en todos los niveles. Los jóvenes actúales se han desarrollado en un entorno sobreprotegido, de poca exigencia y nula imaginación. Así es muy difícil, por no decir imposible, que a los 25 años, mediante un programa de formación de emprendedores y unas cuantas subvenciones “surja por generación espontanea un emprendedor”.
¿Qué hacer? Empezar a tomas actuaciones para cambiar el sentido cultural de sobreprotección con la que se educa a nuestros niños. Ese es un nudo gordiano de la situación. Las medidas a tomar y que posiblemente empezarían a dar resultados a 15 años vista, serían:
1. Reeducar a las familias. Deberían volver a la escuela y enterarse de que va el siglo XXI. Hay que educar a los niños sin sobreprotección, acostumbrándoles a que sepan correr riesgos y a ganarse los pocos euros que necesiten. La incertidumbre y el riesgo existe y hay que aprender a edad temprana a enfrentarse a ellos.
2. Transformar el sistema educativo de raíz, en los niveles de educación básica, secundaria y universitaria. Hoy no tiene ningún sentido seguir educando como en el siglo pasado. La información está disponible para todo el mundo en Internet. Hay que educar para saber localizar información, manejarla, interrelacionarla, comprenderla y pasar a la acción. Los primeros niveles educativos, hasta el universitario, tendrían que fomentar esas acciones, además del trabajo en equipo y el planteamiento y solución de proyectos en sentido progresivo. Hay que enseñar a la gente a pensar en términos de proyecto y no de materia educativa.
El nivel universitario tendría que reforzar la interdisciplinariedad, el trabajo por equipos y la realización de proyectos con posibilidades de tener un resultado materializable en la realidad. Habría posiblemente que suprimir el concepto de asignatura y sustituirlo por otro integrador que diera lugar a que los alumnos pudieran plantear proyectos de todo tipo e índole.
En cuanto a la investigación hay que terminar con la burocracia y la investigación en el cajón. La investigación debe dar resultados tangibles, es decir proyectos reales susceptibles de ser introducidos en el mercado
3. Eliminar todo tipo de trabas a la apertura de nuevas empresas. Crear simplemente una especie de registro, con trámites sencillos, cumplimentados en 24 horas y desde Internet. Dejar tiempo a que el emprendedor haga crecer el negocio para empezar a saetearle a impuestos y pápelo. No tiene sentido que una pequeña empresa de tres personas tenga que hacer tantos papeles ante la administración como las grandes empresas.
4. Agilizar los mecanismos de las fuentes financieras y “dar forma legal y formal” a los primeros inversores que suelen ser la familia y los amigos. Al tiempo que reeducar a nuestros sistema financiero para que corra riesgos, no solo en las hipotecas.
5. Revisar y rehacer o eliminar la cantidad inmensa, pero dispersa, poco organizada y muy burocratizada, de subvenciones que existen.
6. Publicitar y dignificar la figura del emprendedor-empresario. Hacer públicas historias de éxito y de fracaso a fin de que la sociedad tome conciencia de que esa figura es totalmente necesaria e imprescindible.
En fin como se verá nada sencillo y mucho menos con resultado a corto plazo. El emprendedor no surge en los árboles. El espíritu emprendedor, el amor al riesgo, el deseo de que querer hacer algo por tus propios medios, surge en el entorno educativo de la familia y se consolida en el sistema educativo.
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