En esta ocasión, y siguiendo con la serie de artículos dedicados a los Nuevos Síndromes Profesionales, voy a hablar de uno de los fenómenos más extraños que están aconteciendo en el panorama organizativo y que se ha denominado Síndrome de Karoshi.
El Karoshi es el síndrome que define la muerte imprevista por sobrecarga de trabajo. Este síndrome es desafortunadamente muy común en Japón. Su nombre viene de la primera persona que se considera falleció a la edad de 29 años como consecuencia de un esfuerzo profesional extremo tanto en horas como en actividad. Se calcula que más de 10.000 japoneses mueren al año de Karoshi y empiezan a documentarse casos en China. La muerte por Karoshi es súbita y sobreviene por derrame cerebral o insuficiencia cardiaca o respiratoria debido al exceso de fatiga, que produce tensión alta y arterioesclerosis.
Las personas más propensas tienen entre 40 y 50 años y más de la mitad son ejecutivos, empleados de oficinas y funcionarios públicos. En España no hay aún casos certificados de Karoshi, pero la edad de las personas que sufren dolencias cardíacas o enfermedades vasculares aumenta alarmantemente, e índice especialmente en los últimos tiempos entre las mujeres. Un factor de riesgo importante para el Karoshi es el excesivo número de horas de trabajo. Hoy día en España las jornadas de los ejecutivos y de los profesionales liberales se prolongan sin límite, lo que conduce a un exceso de estrés físico y mental que nos pone en situaciones de riesgo. Ni que decir tienen las dobles jornadas de las mujeres que trabajan tanto fuera como dentro de casa. En importante empezar a replantearse actitudes, marcar ciertos límites, buscar un equilibrio, y a que el reparto de las tareas del hogar sea real y efectivo.
Una variedad también terrible del Síndrome Karoshi afecta a las personas que se suicidan o intentan acabar con su vida por cuestiones relacionadas con la presión laboral o por trabajar por encima de su horario. En Japón se habla de 66 personas en un último año pertenecientes a distintas empresas, mientras que en la compañía France Telecom se suicidaron 32 personas en los dos últimos años como consecuencia, según fuentes oficiales, del estrés causado por una reestructuración. Las últimas investigaciones sin embargo señalan como culpable de todo esto al sistema de incentivos que implantó el Director de RRHH. entre los directivos: «Todos los jefes tienen entre sus objetivos la reducción de personal. Si no lo consiguen, no obtienen la parte variable de su sueldo. No es una prima, forma parte de su trabajo». Se emplearon técnicas de acoso y se practicaban ataques personales dejando en ridículo a los que menos ventas lograban. Finalmente, se suprimieron 30.000 puestos de trabajo «invitando” a que los trabajadores a que se fueran sin ninguna negociación con los sindicatos ni acuerdo económico. Algunos no lo pudieron resistir y eligieron terminar con su vida. Confiemos que a ese Director de RRHH no le dejen ejercer entre rejas.
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