Si no has visto la película Revolutionary Road, te la recomiendo. Porque refleja perfectamente el precio que pagamos por no perseguir nuestras metas: el deterioro de nuestra vida, de nuestra carrera profesional y de uno mismo.
El protagonista es uno más entre un millón, un ejecutivo medio que trabaja en una gran compañía, pero está totalmente desmotivado y se ha olvidado de sí mismo. Es su mujer quien le recuerda quién puede llegar a ser, porque sí sabe quién era cuando lo conoció. Y ese momento del filme es especialmente importante, porque ella se convierte en un excelente coach de su marido. ¿Y qué es lo que hace? .
Sencillamente, creer en su marido, y transmitírselo. Hacerle creer que es posible cambiar y dedicarse a su verdadera vocación. Entonces, el marido empieza a sentir algo dentro de sí mismo, comienza a creer en su verdadero potencial, en su fuerza, y la expresión de su rostro cambia radicalmente. Incluso, a causa de ese estado especial de ilusión y despreocupación, toma una decisión arriesgada, que no hubiera tomado nunca en su anterior estado anímico. Y esa decisión, sorprendentemente, es muy valorada por sus superiores, lo que hace que le propongan un increíble ascenso en la empresa.
La conclusión es que si dirigimos personas en nuestras empresas, debemos ver esta película. Debemos fijarnos especialmente en cómo se transforma una persona cuando se siente valorada, ilusionada y sobre todo, cuando siente que confían en ella, que creen en su enorme potencial. Esa persona que quizá hemos pensado en despedir se puede convertir en nuestro mejor aliado, en un valioso colaborador de nuestro equipo. Y este cambio lo podemos provocar nosotros.
Para ello, es imprescindible tener las habilidades de un coach. Hoy el liderazgo pasa por ser un auténtico coach de nuestros colaboradores. No vale la jerarquía, no vale el “ser jefe”, no vale el autoritarismo. Sólo se puede lograr el máximo de las personas que trabajan en nuestro equipo escuchándolas de verdad, tratando de comprenderlas, preguntándoles por su estado de ánimo, por sus inquietudes, por sus necesidades, por sus objetivos. Y esto se puede aprender y entrenar.
El coaching está ya influyendo de manera decisiva en la forma de gestionar personas en la empresa. Por eso hablo de Revolutionary Coach. Porque no es una simple moda en los departamentos de Recursos Humanos, es una auténtica revolución.
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