“…que se me paralice la diestra, que se me peque la lengua al paladar”, se reza desde hace más de 2.600 años. Estas Navidades he estado con mi familia y unos queridos amigos en Jerusalén y Tierra Santa, un viaje que me ha conmovido profundamente, esta tierra nunca te deja indiferente. Jerusalén es una ciudad por la que se ha luchado durante tantos siglos y en la que se sigue luchando desde una calma que se siente tensa e inestable.
Las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam comparten lugares santos: El muro de las lamentaciones de los judíos, es a su vez el muro soporte de la Explanada de las Mezquitas, donde la tradición señala el lugar en el que el profeta Mahoma ascendió a los cielos, y donde también Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac por mandato divino. Otro ejemplo: Debajo del cenáculo, donde se dice que Jesús celebró la última cena, está el lugar donde los judíos veneran la Tumba del Rey David.
Aunque les unen muchas más cosas que las que les diferencian, parece que prefieren pelearse por lo que les separa, porque los Santos Lugares son una gran excusa política para el enfrentamiento. Algunos dicen que en Jerusalén, no se convive, se sobrevive.
Una tierra con tantos contrastes, que los extremos se tocan y puedes encontrarte juntos, en una manifestación contra el estado de Israel , a Palestinos por la ocupación de sus tierras y a judíos ultraortodoxos, porque para ellos Israel, sólo puede existir cuando el Mesías retorne.
Ingenua yo, intento clasificar en buenos y malos, víctimas y verdugos, pero la realidad es poliédrica, y la espiral histórica de agravios por ambas partes, hace que me resulte una tarea imposible.
De regreso a Madrid, en el aeropuerto de Tel Aviv, después de 5 controles exhaustivos de seguridad, en los que me preguntaron hasta por el nombre de mi padre, me voy con nostalgia y a la vez con la sensación de que todo lo que he vivido resulta algo lejano a mi vida cotidiana.
Ya en el avión me ofrecen prensa española. Leo algunos titulares: “En los aeropuertos habrá que estar tres horas antes de despegar, por seguridad”, “Un islamista intenta matar al autor de una caricatura de Mahoma”, “Al Qaeda levanta un bastión en el Sahara”, “Obama señala como nuevo objetivo a la rama de Al Qaeda en Yemen”…
Todo está conectado y aquello que pasa en otros lugares, nos afecta mucho más directamente de lo que nos repetirnos a nosotros mismos, quizás con el ánimo de sentirnos más seguros.
Jerusalén, ¿cómo olvidarte?. “Que se me peque la lengua al paladar si no me acordase de ti, Jerusalén”.
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