Howard Gardner galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2011, presentó hace ya más de 20 años la teoría de las inteligencias múltiples. Novedosa en su momento y ampliamente aceptada hoy en día.

Gardner planteó que todos los seres humanos poseen una mezcla única de varios tipos de inteligencias: lingüísticas, lógico matemática, musical, corporal-cinestésica, visual-espacial, interpersonal e intrapersonal.

Sabemos que por muy bien que nos vaya en el  colegio, ésto no determinará el éxito profesional en nuestras vidas y todos conocemos muchos ejemplos.

La teoría de Gardner presenta un gran reto para la educación y el desarrollo, porque partiendo de la premisa de que cada persona combina una formación única de inteligencias, necesitaríamos una educación afinada y personalizada para favorecer que su potencial se materialice.

Gardner propone dejar de preocuparnos tanto por la medición de algunos rasgos del poder cerebral, porque lo verdaderamente importante no está ahí. Las personas verdaderamente inteligentes son aquellas que saben para qué sirven, buscan un sentido y viven su vida en torno a éste conocimiento.

Más que el resultado de un buen test, lo verdaderamente diferencial son nuestras propias creencias acerca de si somos capaces de hacer algo y nuestra voluntad para llevarlo a delante. Gardner lo llama la “habilidad para resolver problemas en nuestro entorno”. Hay una gran distinción entre tener determinadas habilidades y desarrollarlas para tener éxito.

Los test de inteligencia son una forma barata, ágil y fácil de clasificar a las personas, ahora bien, una cosa es tener una habilidad, y otra muy distinta utilizarla adecuadamente para tus propósitos.

Como dice el título del libro de Salem Samhoud e Ilse Nelemans: “Eres quién llegas a ser” …y a veces no llegas a ser quién eres…

Sólo si ampliamos nuestra perspectiva de la inteligencia humana, podremos crear modos más adecuados para desarrollarnos.