Hoy quiero romper una lanza a favor de la autoridad, lo que NO quiere decir que sea CONTRA la participación y el consenso.
Claro que, cuando salgo en su defensa, me refiero a la autoridad que emana de la responsabilidad, porque de lo contrario la autoridad deja de ser tal para convertirse en poder puro y duro que proviene simplemente de la fuerza.
Todas las organizaciones por el hecho de ser tales asignan responsabilidades específicas a personas concretas y junto a la responsabilidad va anexa la autoridad que permita cumplir con dicha responsabilidad.
Incluso la posibilidad de participación y consenso emana de esa autoridad que en un ejercicio de la misma decide dar la oportunidad de participar y por ende, como culminación del proceso participativo, llegar al consenso.
Conclusión: La más participativa de las decisiones y por lo mismo el consenso más unánime, siempre tienen su origen en una decisión que proviene de la autoridad.
Por ello quiero hacer un reconocimiento público a las decisiones de origen autoritario y quitarles la mala prensa, aunque, políticamente, esa defensa y reconocimiento no sea lo mejor visto.
Independientemente de que no hay participación sin autoridad como se menciona más arriba, hay decisiones que requieren ser tomadas por aquellas personas que detentan la autoridad: son aquellas decisiones que necesitan ser tomadas con rapidez y urgencia para su implantación inmediata.
La participación es verdad que mejora la calidad de la decisión, pero habitualmente retrasa su toma y su implantación.
Si aceptamos que un elemento de calidad de la decisión es la rapidez con que se toma, la participación y la búsqueda de consenso tiene que tener un límite en el tiempo.
Y si aceptamos que en algunos casos la rapidez es el elemento esencial para calificar de buena una decisión, la participación y el consenso puede y debe obviarse desde el inicio.
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