Ayer mi hija pequeña aprendió a montar en bicicleta sin ruedines, y para ello tuvo que vencer su miedo, principal obstáculo que tenía. Llevábamos meses insistiéndola y ella se resistía. Hasta que un día como ayer decidí quitar los ruedines de la bici y ayudarla a vencer ese miedo.
Comenzamos poco a poco, le di unas indicaciones básicas y luego decidí escucharla, para que me fuera diciendo dónde tenía la dificultad. Primero la bajé el sillín porque estaba demasiado alto y le hacía difícil posar sus pies en el suelo, lo cual le generaba inseguridad.
Después me fue comentando otros pequeños obstáculos y le fui orientando sobre cómo estar más cómoda, pero la dejé decidir a ella cómo hacerlo. Realmente, estuve haciendo coaching con mi hija de 7 años sin apenas darme cuenta.
Pero hubo algo importante que yo aprendí. Que yo era el primero que debía vencer mi propio miedo. El miedo a que mi hija se hiciera daño, el miedo a que se cayera, se hiciera una herida y llorara. Y sobre todo, el miedo a que debido a una caída, mi hija aún tuviera más miedo a montar en bici y eso la impidiera soltarse y aprender definitivamente.
Entonces, una vez que me di cuenta de esto, decidí que yo no sujetaría su bici en los primeros pasos, como había hecho en otras ocasiones (en las cuales ella no avanzó). Decidí dejar que ella experimentara, y arriesgarme a que pudiera caerse. Decidí creer en ella. Y ella, en cuestión de 10 minutos, estaba montando en bici sola, emocionada por haber dado ese gran paso y haber superado también su miedo.
De cualquier momento, de cualquier experiencia, podemos aprender algo valioso. Por ejemplo: ¿Cuántas veces habrás limitado a tu equipo de trabajo, por tus propios miedos? ¿Cuántas veces ellos habrán demandado “soltarse” y a ti te ha faltado la confianza para delegar más en ellos? ¿Y cuánto tiempo has perdido tú por no vencer ese obstáculo interno? ¿Cuánto trabajo te has cargado en la mochila por no confiar en sus capacidades?
Igual que con mi hija, el problema no está en la falta de capacidad de los demás. El problema está en nuestros miedos.
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