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Controla tu comentarista interior

por | May 30, 2010 | Para profesionales | 0 Comentarios

Controla tu comentarista interiorMientras lees este artículo te voy a pedir que hagamos un experimento. Por favor, enciende la tele. Necesitamos encontrar un partido de algo. Cualquier cosa con un comentarista entusiasta que nos cuente a su modo lo que está pasando. Gracias. Ahora vamos a dejar la televisión encendida sin sonido y observar de nuevo el juego durante dos minutos.

Bienvenidos al mundo de la percepción, de la toma de consciencia de nuestro comentarista interior.  Ese ruido mental incesante que siempre tiene algo que decir al respecto de lo que está pasando. Nuestro comentarista interior, al igual que el comentarista de partido tiene una gran capacidad para determinar lo que sentimos con respecto a lo que está pasando. Esa voz que llamamos “pensamientos” es la responsable de establecer el grado de emoción de la jugada, la tenebrosidad del camino. Pero igual que la tele, el cerebro tiene un mando a distancia: se llama la consciencia. En la toma de consciencia de que podemos observar nuestros pensamientos desde fuera y decidir sobre ellos, está el poder de sentirnos bien o sentirnos mal.

Llevemos esto al día a día. Ocho de la mañana. Un atasco impresionante. Empieza el comentarista mental.

«Menudo atasco. Esto me pasa por haberle hecho caso a mi mujer y vivir a las afueras. No tengo personalidad. Ya me lo decía mi madre. Voy a llegar tarde como todos los días. Y al final me echan…»

En resumen. Veinte minutos de atasco, una angustia creciente y un augurio inequívoco de que el mal humor va a llegar a casa y la espiral va a crecer.

La opción del silencio. Empieza el comentarista: Menudo atasco. Todos los días igual.. Eh comentarista! Hoy te he pillado.

Es el momento de respirar hondo y poner nuestra atención en agudizar el oído para ser “conscientes” del ruido de las gotas de lluvia en el cristal. Si no llueve, sirve el zumbido del ventilador del coche, o las voces de la calle. Sólo hay que prestar atención estricta a un sonido. El comentarista mental automáticamente deja de existir.

El resultado. Veinte minutos de mente distendida y relajada. Fuera la presión personal del comentarista interior. Lo peculiar es que la circunstancia era exactamente la misma. Lo único que ha cambiado es la forma de relacionarse con lo que estaba pasando. LO IMPORTANTE NO ES LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO, SINO LA FORMA DE RELACIONARNOS CON LO QUE ESÁ SUCEDIENDO. Nuestra relación la determina exclusivamente la cancha que le demos al comentarista interior. Aquí está el mando a distancia. Es el momento de pararse y probarlo sólo por un momento. Realmente funciona.

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