Siempre me ha gustado el mar, verlo, respirarlo, escucharlo, tocarlo… me da paz. Es como volver a casa, es como volver a ese lugar seguro donde no tienes que hacer nada para estar bien, donde el tiempo y la mente se paran sin ningún esfuerzo.
Este verano después del confinamiento lo he valorado y disfrutado aún más si cabe.
Ha sido un verano tranquilo y especial. Un verano en el que he disfrutado mucho de los reencuentros, la familia, los amigos, las sobremesas y los desayunos relajados, el sol y los baños en la playa, los paseos y hasta alguna etapa del Camino del Santiago portugués. Distintos escenarios al norte, oeste y este de la península, en el que el mar siempre ha estado presente.
Después del confinamiento, este verano ha sido maravilloso desplegar la vista y las velas para mirar a lo lejos y al mismo tiempo valorar todo lo bueno que tienes cerca.
¡Respiro hondo y miro al horizonte para volver con energías renovadas!
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