La pasada semana, en una sesión de coaching con un directivo, me llamó la atención algo que me contó. Estaba él con su equipo reunido. Una colaboradora que siempre tiene una actitud especialmente negativa y quejica, empezó a criticar y a echar balones fuera, de nuevo. De pronto, otra compañera del equipo le dijo:
– Ya sabes que habíamos quedado que ésta no era una reunión para quejarse, sino para buscar soluciones.
Este comentario provocó un efecto sorprendente en su compañera, que cambió su actitud y estuvo más conciliadora y operativa a partir de ese momento de la reunión. Fue un claro ejemplo de responsabilidad y liderazgo por parte de una persona del equipo que no era el jefe.
Yo le pregunté a mi cliente: “¿Y después de la reunión, le dijiste algo a la colaboradora que corrigió el comportamiento de la persona negativa?”
Y él me contestó: “Pues no…no le dije nada”.
En ese momento, el directivo se dio cuenta de que había perdido una preciosa oportunidad para reconocer un comportamiento positivo dentro del equipo. Y seguramente desde ese momento él estará mucho más atento a este tipo de conductas “nutritivas” para la cohesión y efectividad de su equipo.
El reconocimiento de conductas positivas entre los miembros de un equipo es una clave fundamental en la generación de equipos de alto rendimiento. Este refuerzo se podría hacer a través de una pequeña frase como: “Me encantó lo que hiciste el otro día en la reunión con tu compañera. Me pareció genial que le dijeras eso porque nos ayuda mucho a cambiar actitudes negativas y mejorar el funcionamiento del equipo.”
El reconocimiento, sea privado o público, provoca la imitación de esas conductas que queremos fomentar en un equipo. No debemos perder la oportunidad de felicitar y reconocer esas conductas o pequeños logros. Presta mucha atención porque cada día hay varios momentos en los que puedes decir algo positivo a un compañero o colaborador de tu equipo. Y los efectos de realizar esto de forma constante e insistente son verdaderamente mágicos.
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