En plena era de la globalización y cuanto más conozco el continente asiático, más me sorprenden las diferencias abismales que existen entre oriente y occidente. El lunes 23 de enero, coincidiendo con la primera luna nueva del año, medio planeta celebra el Año Nuevo del Dragón. El origen de la astrología china es ancestral, tan remoto como su cultura. El símbolo del dragón proviene de la figura del rayo, al que los chinos primitivos añadieron cabeza, patas y cola. Bueno, el lector podrá pensar que nosotros tenemos a Zeus y Júpiter y ellos al Dragón. Bien, hasta ahí hay coincidencia, pero en pocas cosas más como podrá comprobar si sigue leyendo…
El dragón en Asia es signo de buena suerte y poder celestial. Fue el símbolo de los emperadores chinos y simboliza la vida, el crecimiento y las cuatro bendiciones: riqueza, virtud, armonía y larga vida. Por ello, es también hoy día el símbolo preferido por todas las familias chinas. Esto es claramente comprobable porque siempre hay un número mucho mayor de bodas y nacimientos en el año del dragón. Dicen los que saben, que los nacidos bajo este signo son idealistas, perfeccionistas y tienen gran influencia en otras personas, por lo que sus opiniones y consejos son siempre dignos de ser escuchados. Pueden llevar a cabo cualquier misión y sobresaldrán siempre en cualquier carrera que escojan porque son inteligentes, tenaces y generosos. A mí el perfil me encaja con el de líder, ¿no les parece?
Existen varias leyendas que exploran el comienzo del zodiaco chino. Déjenme que les cuente una de las más populares:
“El Emperador de Jade organizó una carrera de animales para decidir cuales entrarían en el zodiaco.
Se dice que alguna vez la rata y el gato fueron muy buenos amigos. A pesar de todo, estos dos animales eran los peores nadadores del reino animal aunque ambos muy inteligentes. Decidieron que la mejor forma y la más rápida de cruzar a través del río era en la espalda de un buey (o búfalo de agua). El buey, siendo un animal bueno, estuvo de acuerdo en cargarlos a través del río. Sin embargo, por haber un premio de por medio, la rata decidió que para ganar debía hacer algo, y entonces lanzó al gato al agua. Es por eso que el gato se convirtió en el enemigo natural del ratón y del agua. Tras esto, la rata llegó a la orilla y reclamó el primer lugar en la carrera seguido de cerca por el fuerte buey, que fue nombrado el segundo animal del zodiaco.
Después del buey vino el tigre, quien explicó jadeando cómo luchó contra las corrientes. Pero su gran fuerza le hizo llegar a la orilla y convertirse en el tercer animal. El cuarto puesto del zodiaco fue para el conejo quien, gracias a su habilidad de saltar, pudo brincar de una orilla a otra. Explicó al Emperador que estuvo a punto de caer al río si no hubiera sido por un tronco que flotaba en el agua.
El quinto puesto fue para el dragón, quien pudo llegar volando. Este explicó al emperador que no pudo llegar primero dado que se detuvo a crear lluvia para ayudar a la gente y las criaturas de la tierra. Además, en la línea final encontró un conejo que se aferraba a un tronco, al que ayudó dándole un empujón con su aliento para que pudiera llegar a la orilla. El emperador, sorprendido por su amabilidad le otorgó el quinto lugar del zodiaco (y por su benevolencia y magnificencia, se convirtió en el símbolo del Emperador). Poco después se oyó al caballo galopando, al que la serpiente dio un susto haciéndolo caer, de forma que ésta llego en sexto lugar y el caballo en el séptimo.
A poca distancia del lugar se encontraban la oveja, el mono y el gallo que se acercaban a la orilla río. Las tres criaturas se ayudaron entre sí para cruzar el río. El gallo construyó una balsa de madera para los tres animales. La oveja y el mono despejaron la maleza y finalmente, remando y remando consiguieron llegar a la orilla contraria. El emperador, muy complacido por el trabajo en equipo de los animales nombró a la oveja el octavo animal, al mono el noveno y al gallo el décimo.
El undécimo animal fue el perro. Aunque el perro debería haber obtenido un buen puesto ya que era el mejor nadador de todos los animales, se retrasó ya que necesitaba un baño después de la larga carrera y al ver el agua fresca del río no puedo resistirse. Justo cuando el emperador iba a dar por cerrada la carrera escuchó el gruñido de un pequeño cerdo. El cerdo comenzó la carrera hambriento por lo que al poco de empezar se dio un banquete y echó una siesta. Cuando despertó, continuó con la carrera y llegó justo para ser nombrado duodécimo animal del zodiaco. El gato llegó demasiado tarde (decimotercero) por lo que no pudo ganar ningún puesto en el calendario, convirtiéndose en enemigo de la rata para siempre”.
Interesante fábula, ¿verdad? La leyenda continua contando cómo el Emperador le dio un año a cada animal, lo que formaría una secuencia de 12 ciclos o 12 años, a diferencia del zodíaco occidental que es de doce meses. El zodíaco dentro la cultura occidental está regido por el sol, mientras que la oriental se rige por las fases o ciclos de la luna. Pero además, según la filosofía china, todos estamos influenciados por Los Cinco Elementos que conforman todas las materias: metal, agua, madera, fuego, y tierra.
Si hay algo que me sorprende especialmente y que distingue especialmente a China de los países de cultura occidental es lo arraigadas que están estas creencias y su enorme impacto en la percepción del tiempo. Frente a la visión occidental progresivamente cortoplacista (en el mundo de la empresa 12 meses es largo plazo), en China aún rige la visión global y a largo plazo (12 años es un ciclo)…
¿Llegaremos a entendernos alguna vez?? Que el Año del Dragón les sea propicio.
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