Nos convocan a una reunión en el colegio para explicarnos eso del “Proyecto Ópera”, un novedoso método educativo que han decidió implantar en 4º de Primaria. Veinticinco padres y madres tomamos asiento, pero nos piden que nos levantemos y nos pongamos de pie sobre una tela que hay tendida en el suelo. Dos por dos metros y los veinticinco achuchados dentro de su perímetro. Nos explican que, sin que nadie pise el suelo, tenemos que conseguir darle completamente la vuelta. El Proyecto Ópera comienza aquí.
Cada semana los niños del Proyecto Ópera se enfrentan a un reto como este. Superar cada reto en equipo les da la formación necesaria para lo que sigue. Niños de 9 y 10 años haciendo el libreto, la música, el vestuario, diseñando luces, escenografía. Todo. Hay historiadores, compositores, maquilladores, regidor, director de producción. Para llegar hasta sus puestos han pasado por un duro proceso de selección. Una vez ahí son los únicos responsables de su área, la intervención de los profesores se limita a decir qué deben conseguir y ellos tienen que desarrollar las habilidades del “cómo conseguirlo”. Igual que darle la vuelta a la tela. Y por supuesto integrar la labor en equipo. El reto está servido. Nada que envidiar a los mejores programas de desarrollo de directivos que he conocido.
Dar la vuelta a la tela en equipo ha supuesto para estos niños tener que desarrollar muchas capacidades que serán fundamentales a lo largo de su vida profesional. Por fin se ha introducido en el ámbito escolar el desarrollo de habilidades, de competencias como eje fundamental de la formación. Estos profesionales de dentro de veinte años van a tener que saber liderar, gestionar equipos, tener un pensamiento integrado, ser gestores emocionales de calidad de sus organizaciones. Da igual que sean directivos o arqueólogos. Sus habilidades determinarán su éxito. Y aunque resulte complejo verlo, montar una ópera a razón de dos horas semanales en nueve meses supone mucho, pero que mucho desarrollo personal.
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